El viernes 16 de octubre de 1846 el dentista, William Green Morton, a las 10 de la mañana, anestesia a un joven paciente de 20 años, Gilbert Abbot, impresor de libros que padecía tuberculosis, con éter sulfúrico para que el cirujano John Collins Warren del Hospital General de Massachusetts le extirpe un tumor superficial congénito bajo el maxilar inferior en el lado izquierdo del cuello. La importancia de este hecho radica, precisamente, en que es en este día cuando públicamente se va a realizar la primera intervención quirúrgica bajo anestesia, es decir, sin dolor.
Por la proximidad a esta importante fecha en la historia del dolor, en 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y la Federación Europea del Dolor (EFIC) acordaron declarar el día 17 de octubre, día mundial del dolor, de la lucha contra el dolor.
El dolor es el más penoso y constante síntoma que acompaña a la enfermedad. Es tan viejo como la propia humanidad y ha formado parte, y forma parte, de la misma de una forma indeleble. La historia del hombre es, de alguna forma, la historia del dolor. Es conocido por todos los seres humanos.
Hablamos, por tanto, de un viejo conocido. Un compañero de viaje de la raza humana a lo largo de la historia. Es, por todo ello, un fenómeno universal. Conocido por todos, vivido por todos en su multitud de variantes y matices. Es lo más humano entre lo humano. Es, por tanto, una vivencia consustancial a la propia existencia del ser humano, independientemente de cualquier otro atributo o condición de la persona: sexo, raza, pobreza, riqueza, nobleza. Si hay algo que nos une, que nos iguala a todos los hombres, es la experiencia de dolor.
Esta universalidad del dolor unida a su alto impacto en todos los órdenes de la vida del ser humano, calidad de vida, deterioro del sueño, salud laboral, disminución de la autonomía individual… hace que este día adquiera una importante trascendencia y se constituya en una llamada de atención a los poderes públicos para que apoyen de una manera decidida, sin fisuras y con energía esta lucha contra el dolor tan necesaria para mejorar la calidad de vida de quién lo padece como para disminuir el elevado coste económico que supone tanto en recursos empleados en un mal tratamiento y en erróneos diagnósticos como en las miles de jornadas perdidas.
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), ha declarado el 2023 “Año del tratamiento integrativo del dolor”, haciendo referencia a aquellas técnicas no farmacológicas, que ayudan a los pacientes con dolor, acupuntura, psicoterapia, yoga, meditación, , masaje, etc…
Además, este año, el día mundial del dolor coincide con el centenario del fallecimiento del Capitán Médico Fidel Pagés, descubridor de la anestesia epidural. Sería más que de justicia reivindicar la figura de este gran personaje que tanto bien ha hecho a la humanidad con la aportación de su original técnica anestésica.
Por eso, en el día mundial contra el dolor, deberíamos resaltar que Pagés también contribuyó de una manera decisiva a esa lucha, aportando una novedad anestésica que hoy en día sigue empleándose de la misma forma que la describió el joven médico oscense un lejano marzo de 1921 en la Revista Española de Cirugía.
Nunca es tarde para reconocer los méritos de este gran cirujano español, injustamente olvidado en su batalla contra el dolor.
La lucha contra el dolor no debe ser cuestión de un solo día, su fuerza maléfica, como lo definió Bonica, está tan extendida en nuestra sociedad que requiere, precisa, de un esfuerzo común y continuado para mitigar sus devastadores efectos.
FUENTE: Nota enviada por Fdo. Ignacio Velázquez Rivera. Presidente de la AAD
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